viernes, 4 de marzo de 2011

Elogio de Pastor

Por Luis Béiro

Pastor De Moya no sólo ha asumido posturas extremas como poeta y figura pública para portar el sobrenombre de “malo de la película”, sino que por esas extrañas causas del destino, ha devenido como un mito de su tiempo.

La poesía dominicana de la última generación (esa de José Mármol, Plinio Chahín, César Zapata, Adrián Javier, Ángela Hernández, Dionisio de Jesús, Medar Serrata y otros) carecía de su leyenda extraliteraria. Necesitaba una figura portadora del desenfado y hasta del insulto estructural de un personaje “maldito”. Y Pastor De Moya ha venido a ocupar ese espacio no sólo por sus posturas de “showman” (con mucha altura), sino también por esa conducta extrovertida, directa y creativa de situaciones que llaman la atención a nivel público. Su figura, además de reunir los reclamos éticos antes apuntados, suma una interesante personalidad como poeta: con su propia vida, nos ayuda a mantener la fe perdida en el valor de la irreverencias.

Vegano de nacimiento, sus “travesuras” han trascendido los círculos de su culta y olímpica ciudad natal. Todavía hoy reside allí contra viento y marea, como Quijote escribidor de su propia historia en busca del vellocino de oro. Pastor De Moya como cree en los desdoblamientos no necesita dirigir ningún grupo cultural. No le ha bastado convertirse en el centro de todo lo que toca y ahora ha fundado “Ediciones a Mano”, un acto de mayoría de edad que lo va a trascender no como reflejo ajeno (¿y qué proyecto serio no se parece a otro?), sino como garante de creatividad asumida como lo más importante del decir. Sacadas de algún recodo de su ingenioso talento, estas Ediciones que Pastor elabora con piedras, caracoles y fantasmas interpolados de su propia idiosincrasia, no pueden ser la simple opción para abaratar la impresión de literatura nacional. Son, ante todo, obras de arte que merecen respeto. Tengo en mis manos los dos poemarios que Pastor ha publicado por su “casa editora” y quiero mencionar el que más realce merece. “Alfabeto de la Noche”. Cuando el poeta abandona los “orines”, el “sexo lleno de miel” y otros fallido grotescos, su poesía sube de nivel. El Poema a Borges es meritorio: “vuelvo al dogma / a la rabia / a los caballista / a la cárcel de piedra en que agoniza el tigre y la espada”. “Heráclito y el Camú” es antológico: “aún el Camú vomita ojos al amanecer / hedor a despojos y cosas letales /a sexos descompuestos por naufragio / que no muere sino del otro lado del puente / la ciudad que a esta hora es un acero / destemplado por putas y lecatos / permanece y se suicida / entre lluvias de bombillas olvidadas en sombras”.
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Junio del 2001. Periódico Listín Diario
Santo Domingo

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