viernes, 4 de marzo de 2011

DESGARRO Y DESARRAIGO EN PASOR DE MOYA

Por Fernando Cabrera

Pastor de Moya desconstruye de minúscula, no puntuación y rebeldía sublimada, el poema. En sus dos libros publicados existe una coincidencia en la estrategia del lenguaje, el cual se afianza sobre características comunes de visión orgánica del texto en dos partes, vocabulario, imágenes e intensidad que hacen sentir ambas obras a pesar de existir una década de diferencia entre sus fechas de publicación, como una sola; siendo ¨Alfabeto de la Noche¨ (Ediciones de Mano, 1995, 47 paginas), con su singular concepto de libro-objeto de arte, la concreción de los planos conceptuales vislumbrados en ¨El humo de los Espejos¨ ( Colección Egro de poesía, 1985, 39 paginas).

La mayor diferencia percibida entre los dos poemarios –la cual no llega a ruptura –es el paso de la anarquía como pose adolecente o actitud de simple reflexión  filosófica, al plano de la vivencia concreta, del testimonio acremente adulto: ¨me asomo a los barrotes  y el patio/es un hormiguero virulento de cuchillos¨, en: ¨carcoma pura carcoma/en la palabra cárcel¨, y también cuando su sensibilidad se detiene sobre: ¨la hembra/con su lotería de gatos y navajas…horriblemente triste en las mañanas¨ (AN, págs.. 10, 21, 16).

En sus poemas, definiendo situaciones y metáforas de sordidez, abundan sagaces: gatos, búhos desdibujados, ángeles irredentos, peces, caracoles lezamianos, putas melodramáticas, borrachos y tecatos. Desfilan Edipo, Narciso y Heráclito de manos con intemporáneos autores de linaje maldito – Mallarme, Baudelaire y, sobre todo, Borges –con sus infamias y mitos prohibidos. También se agitan, cuales estandartes de guerra, sus verbos de choque (blasfemar, orinar, etc.) y sus sombríos sustantivos: resaca, viacrucis, riña, cárcel, suicidio, sexo. Ronda en torno a su provocante presencia tropical de dandy una ¨desmesurada pasión por ser real¨ (AN, pág.7) un pensar que hurga y, por placer, hiere.

Doblamiento. Quizás, sea ésta la razón de que en ocasiones, se muestre necesariamente hermafrodita: ¨el hombre reconoce en el sueño/ su otro sueño de mujer¨, (HE, pág.15) y utilice beligerantemente, como puñal de acoso, su sexualidad: ¨sabor¨ homosexual en los labios del ser¨, y como refugio: ¨y cuando pueblan las palomas tus pezones¨ (AN, pág.20). Al final este desdoblamiento de su libido lo desgarra por mantenerlo siempre ¨en riña con el otro¨, con su otredad, multiplicando entonces por dos su dolor, haciendo girar su humanidad en torno a un axial pesimismo: los lúdicos labios/de la nada¨, desarraigándolo hasta hacerlo exclamar: ¨ me busco y sólo encuentro desamor en el pasar¨, (HE, pág. 19).

Como contraste a tanta existencial negación el poeta inventa un decir de imágenes impresionistas, de colores intensos que van matizando sus estados del alma: ¨nada permanece azul en la mirada¨ (AN, pág. 27), también en: ¨el viento cabalga en sus pezuñas/interpone/ a los hombres su color verde de miedo¨, con Apollinare, en el tiempo solo hay: ¨lo que es amarillo¨, (HE, pág.16). También inventa una personal grafía, una aritmética: ¨en este río cuadrado de las lunas/…/su polígono de tiempo¨ (AN, pág.9), ¨ es cuadrada la memoria¨(HE, pág.27), un alfabeto imposible: ¨cómo justificar una escritura que no existe¨ (AN, pág.9), con el que nos refiere a un estado de conciencia polidimensional, ultrasensitivo: ¨su mirada es oblicua/juguetea cuando menstrúa de negro la tarde¨. Su pluma violenta, transforma, la morfosintaxis, verbalizando sustantivos y sustantivando verbos con amplio desparpajo: ¨qué noche tan mía laberinta el espejo desnudo¨, ¨y pensar que vaginan los ratones en el agua¨(AN, pág.19), igualmente en: ¨que tristeser es el otro que/ que brilla en los cosméticos de la mariposa¨ (HE, pág.18).

En sus versos de Moya encarna recurrentemente el simbolismo de la serpiente: ¨ la serpiente del aliento/ hurga en las neblinas/los glaciares pensamientos de la carne¨(HE, pág.20). Él entiende su  sibilina naturaleza, su sinuosidad y veleidades, porque en su sinceridad se sabe, latiendo con Pessoa, fingidor. (Tal vez por este razonamiento podemos apreciar en el autor tanta fuerza, tanta voluntaria marginación, tanto ser en su poesía). Como la serpiente, su bandera será  la herejía: ¨quién más que yo/ separo de cuajo/ a dios santificado de la palabra nombre¨, ¨el semen con dios hizo la luz que me pertenece¨ (AN, pág.20), pues igual que ella resiste ser actor de reparto: ¨quién más que yo/ podría empalagarse con la forma de la segregación en el barro, igual que la serpiente es terriblemente abjurante: ¨33 ombligos pasan por la maquina del/cristro¨. (HE, pág.23).

Aún cuando se acerca al Apocalipsis es flemático, irónico en su impotencia: ¨siete velas irradian todas las formas/ que tiene la memoria/ lo que brilla en la vergüenza no es rabia de los muertos¨, (HE, pág.21).

Quizás nadie aun con un mínimo de inteligencia podría  ser de otro modo, pues como no profetizar el humo y las tinieblas, ante tanta acrobacia  de arsenales/como gusanos voladores/amenazados por nomenclaturas/aladas/ casi sangre en vez de nitrógeno/ jodido en la entretela/ del desastre¨.(HE, pág.23).

Solo en ¨Bifurcación de la lujuria¨ (HE, pág.25 y siguientes), se respira un hálito de esperanza: ¨estos gatos que hoy son verdes/bañados por nuestras lagrimas/simétricas/caen como prefijaduras bíblicas/anillo de paz/formándose en los charcos de los/fuegos/ como hoy que es rutina/ y tu bailas¨. Este asomo lúdido aparecerá  como justificación de su natural violencia en el poema ¨Elección de Domicilio¨ cuando expresa: ¨negar y afirmar las cosas que uno pierde es quererla doblemente/…negar es afirmar lo que uno elige¨ (AN, pág.8), o bien como claudicación: ¨pienso y no pienso que las cosas que he perdido/ me acercan a la luz¨ (AN, pág.22). Aunque el mundo presente sigue siendo inhóspito, por momentos se respira un aire diferente, el poeta confunde, acaso por propia compasión, lo vivido y lo deseado: ¨todo es real si la fantasía existe¨ (HE, pág.39).

Sin embargo, con de Moya todo positivismo es necesariamente efímero, pues ha optado por un espacio ontológico de negación y aflicción: ¨total legado de cristales/ carga el hombre en la orina¨ (HE, pág.29). La búsqueda del propio sufrimiento, de la marginación incluso más allá de lo literario, pareciera ser su real vocación, pareciera que le es imprescindible el dolor para crear. Con este último volumen ¨Alfabeto de la Noche¨, el libro vislumbrado, después de un  interludio de más de una década, acaso termino de escribirse, o dicho a su modo, de morir: ¨la carne de la vida suicidan mis adentros¨, (HE, pág.27).

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